En 2002, la burguesía industrial capitalina cede la dirección del bloque hegemónico tras el fracaso de su líder político en las negociaciones de paz con la guerrilla de las FARC. En esta coyuntura, sectores auxiliares -la burguesía agro industrial de las ciudades intermedias y la aristocracia terrateniente de la costa norte- realizan un consenso para obtener su base social y desde el ejecutivo cumplir con algunos de sus intereses: participar de las ganancias por la aplicación de políticas neoliberales; legalizar los ingresos del narcotráfico; legitimar la autodefensa; apropiar jurídicamente los terrenos obtenidos por el genocidio rural(asesinato de lideres sociales campesinos e indígenas y desplazamiento forzado a la ciudad) disfrazado de lucha contrainsurgente. La concentración de tierras permitirá un mejor posicionamiento frente a los nuevos negocios del Imperio Global Privatizado.
Los líderes del proyecto son, por un lado, intelectuales orgánicos creados con dineros ilícitos (del salón de belleza saltaron a la plaza pública obteniendo posteriormente asiento en el congreso); y por otro, políticos tradicionales de la clase terrateniente que adhirieron por coerción física o presión económica. El consenso se concreta en la finca de Ralito dónde elaboran el discurso hegemónico y la integración de las organizaciones paramilitares al Estado. El movimiento lanza como candidato presidencial un intelectual condensado -representante y representado- de ambas clases, y una base social adquirida tras ejercer la alcaldía de Medellín así como la gobernación de Antioquia. Con un discurso autoritario, Álvaro Uribe Vélez retoma las banderas de las clases populares históricamente excluidas, que responsabilizaban de su nueva fase de expoliación al recrudecimiento del conflicto armado interno -y no- a las políticas neoliberales que ingresaron al país bajo el lema de bienvenidos al Futuro, en 1990 cuando Cesar Gaviria las aplicó con urgencia: ¨ No es ayuda económica directa, ni ayuda militar lo que reclamamos de manera primordial. Es un tratamiento justo. Es libre comercio ¨
Al consolidarse el consenso en las urnas, las clases dominantes deben redefinir los modos de legitimar la dominación ejercida en el campo asumiendo la dirección hegemónica del país. La labor es cumplida, principalmente, por el sector derrotado en la lucha intrahegemónica, debido a los instrumentos técnicos necesarios para difundir la ideología que su poder económico ha permitido conseguir: Medios de Comunicación y Aparato Escolar:
La estrategia en los medios de comunicación (especialmente en las campañas publicitarias) es la inclusión de las características físicas, geográficas y biológicas con que cuenta Colombia; a su vez, la exclusión de las condiciones sociales y economías de gran parte de la población (desigualdad, desempleo, educación, salud); y por último, la jerarquización de temas sobre la guerrilla y el vecino Venezuela. Se construye, entonces, un discurso hegemónico donde Colombia es mejor vividero del mundo -por su belleza natural- e intentar solucionar los problemas del país, se convierte en una tarea tediosa que aleja el disfrute de habitar aquel lugar paradisíaco; para eso es la seguridad democrática del presidente. También los medios audiovisuales han servido para legitimar el estilo de vida de los narcotraficantes, contando detalladamente sus historias íntimas.
Por otro lado, la organización escolar (secundaria y terciaria) en su mayoría privada y con fines de lucro, transforma al sistema educativo en un régimen de empresa: privatización, tasas de ganancia, competencia salvaje por presupuesto. Los materiales y contenidos de las políticas educativas hacen más favorable la reproducción de un orden social establecido (estructurado en una matriz de pensamiento liberal económico, presenta las leyes del mercado –y de la mano invisible- como verdades absolutas desarticuladas de la política o la historia. Otras matrices de pensamiento fundamentadas en la organización social y la transformación de la realidad no hacen parte de los contenidos) con unas clases históricamente determinadas para dirigirlo. De esta manera, la organización escolar actual, permite la adaptabilidad de la concepción del mundo de las clases dirigentes en los grupos históricamente expoliados.
Lo anterior permite la ignorancia del papel jugado por Colombia en el escenario internacional: Primero, se desconoce el papel funcional del narcotráfico en la economía mundial, necesario para la especulación o valorización financiera característica del capitalismo senil; Segundo, las repercusiones internas de políticas estratégicas de dominación aplicadas por potencias mundiales en Colombia y conocidas en el mundo con la desclasificación de documentos de la CIA : Santa Fe II, apropiación privada de las industrias forjadoras de conciencias; GBI (Guerra de Baja Intensidad) coerción económica, diplomática, psicológica y guerra propagandística contra movimientos sociales; Plan Colombia, intervención militar en el continente, especialmente en áreas con recursos naturales e hídricos. Esto permite que sectores populares defiendan como propio el patrón oligárquico señorial ligado a los intereses económicos de potencias extranjeras -especialmente de sus multinacionales- en escenarios nacionales e internacionales.
En 2006 varios factores permiten explicar la reelección de Uribe como presidente: Los líderes de los partidos políticos tradicionales se transforman en una clase aparte (conforman un movimiento político de carácter personalista, el Uribismo) que busca la reproducción del capital acumulado durante los cuatro años de gobierno. Convertidos en empresarios de la política, rompen el lazo ideológico con sus representados perdiendo su vinculación orgánica con los sectores sociales que históricamente expresaban. Además, los asesinatos cometidos por grupos emergentes del paramilitarismo a lideres sociales, permite el disciplinamiento de los sectores populares; aparecen también, variantes de terrorismo Estatal, que estigmatiza pensamientos alternativos en los instrumentos técnicos de difusión. Uribe convertido de esta manera en el único líder capacitado para continuar con este modelo de prosperidad paradisíaco, gana las elecciones después de modificar la constitución. En su discurso de posesión del 7 de Agosto de 2006, renueva la alianza con los sectores populares y subraya el carácter inacabado de su labor, justificando cuatro años más en la presidencia: ¨ Nuestras metas sociales son incluso más exigentes que las del Milenio. Tenemos toda la vocación de cumplir lo pactado con el pueblo… una política social estructural, como conjunto armónico de acciones sociales que deben producir positivos impactos en calidad de vida y distribución de riqueza ¨.
Los escándalos de corrupción, la violación de derechos humanos, el aislamiento comercial con la región, el mal manejo diplomático y dos resultados no esperados en los acuerdos Ralito -extradición de jefes paramilitares y encarcelamiento de representantes políticos de la aristocracia terrateniente- generan un conflicto que da fin al consenso. Para las elecciones de 2010, la burguesía industrial lidera a las clases dirigentes haciendo un llamado a la Unidad Nacional y evitar que la base social del proyecto político se traslade a otros movimientos -Partido Verde y Polo Democrático Alternativo- que prometen devolver a los sectores medios y populares los derechos sociales arrebatados en los últimos 20 años: trabajo, pensión, salud, educación, etc. El candidato escogido es Juan Manuel Santos, un intelectual orgánico de origen mediático sobrino nieto de un ex presidente de la Republica. Su origen ilustrado se hace visible el día de su posesión, cuando cita a su ilustre antepasado ¨ El 7 de agosto de 1938 el presidente Eduardo Santos terminó su discurso de posesión con la siguiente declaración: “Cualquier sacrificio que me espera en la vía que hoy empiezo a recorrer, lo recibiré con alegría, si puedo en cambio llevar a los hogares colombianos un poco más de bienestar, un poco más de justicia y el don divino de la paz”
La campaña de Santos busco la unidad nacional convocando al pueblo, prometiendo el crecimiento económico, la inclusión social y los derechos negados por más de quinientos años de historia; y fue allí, en los sectores populares, donde obtuvo más votos. Sin partidos políticos (crisis de representación producida por la transformación de sus líderes en empresarios políticos) ni movimientos sociales que dialoguen o presionen el orden establecido, el llamado a la unidad fue recibido por una multitud indiferenciada y amorfa. La multitud respalda el proyecto contrario a sus intereses de clase, evidenciando su crisis de representación: Santos y Uribe representan modelos de intervención política antagónicos; el primero, representante de la razón ilustrada y civilizada de la capital; y el segundo, cercano a la barbarie (crea las asociaciones civiles de autodefensa base de los grupo paramilitares) y al historicismo que reivindica el campo. Al final, los logros de la seguridad democrática -debilitadora del enemigo interno y protectora ante proyectos expansionistas regionales- resuenan en los medios y disciplinan a los votantes ante una segunda vuelta electoral.
Por eso la elección de Santos es un acomodamiento en la superestructura del bloque histórico colombiano. Se entiende como el paso del regionalismo oligárquico al nacionalismo integrista -ambos de orientación autoritaria- con énfasis en la idea de superioridad de las elites para gobernar. El día de su posesión se identifica con los sectores populares por medio de sus aspectos culturales, promete cumplir con sus demandas, consigue la base social del proyecto y deja muy claro a quienes se refiere cuando dice nosotros.