Estudiando con el Enemigo
Errores para Comprender la Cercanía del Conflicto
El país comenzó el año con el asesinato de dos jóvenes estudiantes de la universidad de los Andes en playas del caribe colombiano.
El asesinato (repudiable en todo sentido) tuvo eco en los principales medios de comunicación porque a los estudiantes de la Universidad de los Andes no los acompaña el estigma de: algo habrán hecho, será por algo, estaba en el lugar equivocado o andaba en malos pasos; con el que son silenciados los asesinatos de estudiantiles en las Universidades Públicas, dirigentes sindicales, defensores de derechos humanos o lideres indígenas.
Sin embargo -y a diferencia de los anteriores- el crimen de Mateo Matamala Neme y Margarita Gómez Gómez, encuentra una explicación en una serie de equívocos; dónde el primero es pensar que tras ocho años de seguridad democrática el conflicto estaba casi acabado, cuando en realidad esta muy cerca de todos.
La ronda de errores comienza cuando la policía, sin realizar muchas investigaciones, encuentra el grupo –señalando con nombre propio- asesino de los estudiantes: Con naturalidad en sus declaraciones, uno de sus miembros, señala al grupo de los urabeños como el responsable material del homicidio y con mayor tranquilidad, encuentra la equivocación como la causa del crimen. Las palabras del policía dejan en claro varios cosas: la institución conoce los grupos al margen de la ley que actúan en la zona; esta informado de las relaciones (alianzas, enfrentamientos, etc.) entre ellos; identifican los enemigos naturales de estos grupos, de los cuales los estudiantes no hacen parte; y por último y más preocupante, la fuerza pública no combate directamente las bandas emergentes, y el nexo histórico entre paramilitares y fuerzas del orden, tiene hoy (después de ocho años de seguridad democrática) más vigencia que nunca.
A esto se suman las equivocaciones que los medios han ayudado a construir y difundir: ellos -desde hace algunos años- dejaron la labor informativa y junto con agencias de publicidad y turismo, construyeron un discurso que señala las bondades geográficas de nuestro país, pero deja de lado las condiciones sociales y políticas en las que vive su población. Dentro del imaginario de las clases populares y medias (especialmente de ciudades capitales) en el mejor vividero del mundo el conflicto armado terminó.
Finalizó cuando el gobierno anterior dispuso un número importante de militares en las principales carreteras, para viajar entre las ciudades capitales o destinos turísticos. El fin de las pescas milagrosas fue el indicador clave para que ciudadano no se sintiera un objetivo más de la guerrilla de las FARC; aunque duela al ego de los viajantes o de los convencidos votantes de Juan Manuel Santos, la verdad desde el 2001 nunca lo fueron: la guerrilla cambio sus mecanismos de financiación, y ahora, se dedica a cuidar los cultivos de droga para venderlos a las diferentes bandas emergentes –entre ellos los urabeños-que lo sacan del país por sus puertos, la mayoría ubicados en la costa caribe colombiana.
Los estudiantes de los Andes olvidaron que dentro del discurso de vive Colombia viaja por ella (vendido especialmente para trabajadores con un sueldo estable y periodo de vacaciones, o extranjeros) está excluida la investigación de los lugares visitados: Si los barcos transportadores de toneladas de Cocaína contaminan el frágil ecosistema de manglar o la población modifico sus practicas con el entorno, son consecuencias marginales del negocio que no requieren mayor explicación. Colombia –entonces- debe contemplarse pero sin analizarse y sin denunciar, por ejemplo, que siguen existiendo carteles de las drogas, con estructuras y nuevos líderes, pese a la desmovilización de las estructuras paramilitares y la ayuda del mejor aliado en la guerra contra el narcotráfico.
Todo esto termina por confundir a la población en el momento de realizar un viaje, porque los territorios escogidos para disfrutar tienen unas realidades diferentes (y muy distantes) a las transmitidas en el discurso mediático o publicitario. En aquellos territorios que antiguamente fueron dominados por los paras y dónde actualmente ejercen control los llamados grupos emergentes, quedó instalada una violencia aun más peligrosa: la violencia simbólica; con ella, estos grupos determinan en los pobladores una manera de pensar, comunicarse, vestirse… simple y sencillamente una manera de ser, diametralmente opuesta a los principios defendidos por la universidad: libertad de pensamiento, respeto por la diferencia, derecho de replica, etc. Las diferencias entre las ciudades y el campo se hacen más profundas, cuándo los medios de comunicación excluyen de su agenda los asesinatos de personas en Córdoba y Sucre que se resisten a tener que pensar y actuar como una grupo ilegal lo determina; lo oculto para la ciudad, simplemente no sucede y esos departamentos son observados como territorios de paz tras el desmonte (y extradición) de los grupos de autodefensas.
Por último, solo queda analizar el papel que tomara la universidad de los Andes en este asunto. Sin buscar generalizaciones o estigmatizaciones -desde hace unas décadas- esta universidad se convirtió en la institución donde se educan los cuadros (o clases) dirigentes del país; y desde dónde se planea su política económica. Por lo tanto, su relación con el gobierno y las consecuencias de su política, se hacen muy complejas.
Hace poco, la universidad estuvo envuelta en un escándalo por plagio de uno de los hijos del ex presidente Uribe - investigados por corrupción- que dejó clara la postura institucional con el gobierno anterior. Ahora la encrucijada es mayor, pues dos de sus estudiantes cayeron con las balas de los grupos emergentes cuando se encontraban realizando su investigación de tesis: o lidera el proceso para dar con los responsables materiales e intelectuales de los asesinatos, o simplemente emite un comunicado pidiendo explicaciones por el asesinato accidental de un par jóvenes matriculados en su institución. Ciencia o negocio, Justicia o justificar las consecuencias de las políticas gubernamentales que ahora enlutan sus aulas.
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