jueves, 29 de septiembre de 2011

Por Culpa Del Miedo, Una Calavera. Sino Fuera Por El Miedo…

La distancia tomada por Gustavo Petro en las últimas encuestas prendió las alarmas en sus rivales políticos, especialmente, en los intereses económicos que ellos representan. Sin pensarlo dos veces, levantaron el teléfono y marcaron el número de JJ Rendón. El asesor venezolano -imagen oficial del Jabón Pilatos, especial para quitar las manchas de sangre- comenzó la propaganda negra invocando dos demonios. Para confirmar el resultado en las urnas, Petro deberá recurrir al más común de los sentidos, aunque muchas veces este brille por su ausencia.

La llegada de J.J Rendón, fue evidente: el alto salario que cobra este asesor en comunicación, le permitió comprar unos espacios (y de paso las conciencias de quienes firman las notas) en publicaciones asépticas -si es que existe alguna en el mundo- o medios consultados por el elector indeciso, poco ideologizado o con escasa afinidad partidaria. En síntesis, lectores que poco o nada se interesan por la política, que solo ahora en época electoral, cuando todo el mundo habla del tema, lee una que otra columna de opinión e intenta informarse, para tomar una decisión un poco más racional (o que por lo menos le brinde satisfacción, seguridad y confianza) a la hora de emitir el voto.

Al poco tiempo de su arribo al país, comenzó aceitar los engranajes del sistema de medios. La batalla simbólica por instalar la agenda mediática -los temas sobre los cuales van a centrase las conversaciones cotidianas en Octubre - ha comenzado. En este último mes, la campaña Petro, el candidato con mayor nivel de favorhabilidad, tendrá que luchar contra los dos demonios invocados por J. J dentro de su estrategia: La guerrilla y Chavez.

En columna de opinión del Espectador
Aparece claramente el primer demonio: vincular a Gustavo Petro con la guerrilla, dejando en el aire un olor de ilegitimidad en su búsqueda por la alcaldía, recordando el proceso de paz y la amnistía otorgada. Como si el proceso de paz con el brazo armado de la derecha –o Autodefensas Unidas de Colombia- hubiera sido el mejor.
Sin embargo, J. J desconoce el principio boyaco socrático colombiano: Uno cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa. Una cosa es el movimiento M-19 (un movimiento urbano compuesto por ciudadanos de diferentes estratos sociales, que buscaban el reconocimiento de los pueblos olvidados en la carta constitucional colombiana, por allá en los años ochenta) al cual perteneció Gustavo Petro, en sus cuadros populares más básicos, intentando solucionar los problemas de su comunidad. Y otra cosa, es la actual guerrilla de la FARC vinculada al narcotráfico y con poca aceptación en la sociedad civil. Una cosa es su pasado y otro muy diferente su presente como senador de la republica, denunciado la corrupción del gobierno anterior y la de su mismo partido; hechos que le costaron perder no solo la base social del Polo -dos veces ganador de la alcaldía- sino la amenaza y el exilio de él y muchos de sus familiares.

Pero ¿Por qué realizar este ejercicio (operación mejor) de memoria, en el país donde la amnesia es un padecimiento colectivo y compartido? Aquí una respuesta: como los medios tradicionales hicieron creer en estos últimos años que todos los problemas de Colombia son causados por la guerrilla, relacionar el nombre de Petro con un adjetivo negativo hace que muchos de sus posibles votantes busquen otra marca, otro candidato mejor, a la hora de votar.

 Sin embargo, valga aquí una vez más la aplicación de este principio colombiano: Una cosa es Fidel Cano en la montañas de Colombia -con la complejidad que suscita hablar del largo conflicto armado colombiano- y otra cosa es Andrés Felipe Arias robando el ministerio de agricultura con AIS, uno de los verdaderos causantes de inequidad social en nuestro país. O fue acaso que el Jefe de la FARC le puso un arma en la frente del Ex Ministro de agricultura y lo obligo a robar, en nombre de la lucha revolucionaria, todos los recursos para el pequeño propietario de tierras. O tal vez, algún miembro del secretariado, escribió el guión que debía leer la ex reina (y muy mala actriz, perdón acá la opinión personal) Valeri Domínguez en la audiencia pública contra Arias. Guerrilla y corrupción política son dos cosas diferentes, y haciendo caso a las cifras, la segunda es más responsable de la desigual social, sin negar ninguna responsabilidad histórica a la primera.



El segundo demonio es extranjero, pero no por eso, menos efectivo.
Es un demonio más sutil, ya de por si el lugar donde aparece lo es, la revista Soho. Allí una pequeña crónica da cuenta de la relación de Petro con Hugo Chavez. El peor, el más malo de todos los seres humanos sobre la tierra, el presidente de la Republica de Venezuela: Un demonio, para los grandes medios, en todo el sentido de la palabra.

Sin embargo, la duda surge cuando el ciudadano de a pie (poco informado, pensando en como hacer rendir los 190 mil pesos para pagar arriendo, salud, Transmilenio y escuela) no sabe que opinión tener ahora sobre el presidente venezolano: Antes era el malo y estábamos ad portas de la guerra. Pero el cierre de relaciones comerciales con el vecino país, y el empobrecimiento no solo de la gente trabajadora sino de los productores que importaban algún tipo de bien a Venezuela obligo cambiar el discurso y determino la salida de Uribe.

Hace poco cumplimos un año de buenos amigos, reuniones, visitas y limpieza de imagen en general. Lo interesante de la estrategia no reside allí, no se habla de los millones de colombianos que viven en Venezuela (y otros países latinoamericanos) exiliados sociales que buscan algún tipo de derecho social incumplido, educación, salud, trabajo, etc. La táctica va por otro lado, enlodar lo conseguido por los presidentes con un claro corte de izquierda en Latinoamérica, amplificando la crisis en Bolivia.

Y es allí cuando es importante hacer un par de preguntas: De cuando acá nos interesa Bolivia y sus indígenas, o los pueblos originarios de Paraguay y Brasil. Llevamos por los menos 8 años lejos del continente, bombardeando su territorio, fumigando sus cultivos y acusándolos ante organismos internacionales de auxiliadores del terrorismo y justo ahora, en plena campaña, nos acordamos que somos hermanos y vecinos. Pero claro, como los sondeos de opinión muestran que el posible votante le interesa una integración con América Latina, los problemas ambientales y culturales pero no cree mucho en las personas que lideran esos procesos en otros países vecinos; adecuan la oferta a la demanda. Cambian el discurso, situándose en la posición política más cómoda, para el electorado común, para aquella persona que no vive de la política, pero que quiere la solución de todas esas problemáticas sin una posición política, o postura (los académicos le dicen ideológica) clara: el Centro.

La incredulidad del ciudadano en los líderes extranjeros se debe, en parte, a la construcción realizada del escenario regional por los medios de comunicación con mayor audiencia: inclusión de las intervenciones sin libreto; exclusión de los logros obtenidos; y jerarquización de los vínculos con las FARC, respecto de datos comerciales e indicadores económicos. El resultado: el consumidor de democracia quiere unas cosas pero no sabe lo que realmente se necesita para construir un proyecto político alternativo, y es precisamente, una serie de ideas generales compartidas. Ojo, esto no quiere decir que estos países sean la panacea mundial, simplemente desde que le pegaron (y bien fuerte con lo movimientos sociales) al paradigma neoliberal –dándose cuenta que no sangra, sino que trae hambre, miseria y desigualdad- buscan otras formas de hacer las cosas, lejos de las recetas ya fracasadas impuestas por organismos multilaterales.

La democracia -en países con escasa participación ciudadana en otros escenarios sociales, como es el caso de Colombia- se reduce a depositar el voto en las urnas cada cierto tiempo. Y actualmente, las elecciones son la venta de un candidato- producto mediante la publicidad política a un consumidor o votante; en ese proceso de compra, gana el producto que más dinero tiene para la campaña de instalación de la marca.

Aquí se enmarca la pregunta anterior y unas más: Hace un año, ¿importaban los países vecinos? ¿Interesaba en Colombia, realmente, una integración regional o la construcción de un ethos latinoamericano? Para responder a este y otros interrogantes, aplicamos nuevamente el saber popular: Una cosa es el robo a la salud, estupefacientes, la DIAN, la privatización de la educación y tantas otras cosas que tienen sumida a Colombia en una pobreza estructural. Y otra cosa son las políticas internas de Hugo Chavez en Venezuela. O es que ahora el presidente venezolano obligo a chuzar y estigmatizar la oposición. Convenció al Fosyga para invertir el dinero de las EPS en otros rubros y perderlo. O su maldad es tan grande, que hipnotizo a la ministra de educación para que escribiera la reforma a la ley 30, incluyendo el lucro dentro de las universidades públicas.

Pero claro, como Chavez fue el sustantivo negativo que durante ocho años explico cómodamente los problemas de Colombia, asociarlo ahora con Petro es una estrategia que permite transferir carga negativa a su nombre y restarle votos.

Petro, por su parte, tiene que hacer uso de la otra herramienta de la comunicación: La comunicación popular. Establecer en la agenda los temas realmente importantes en el ciudadano común (e indeciso) a través de otras estrategias y canales de información. Cuando la gran prensa calla, los muros hablan, dice un graffiti; lastimosamente la policía mata por la espalda a los jóvenes que construyen estos mensajes. Buscar -en espacios transgresores del modelo de transmisión de la información- a los posibles votantes e interesarlos por los problemas que afectan directamente su cotidianidad: trabajo, estudio de calidad, dinero para pagar Transmilenio, comida, salud, espacios culturales incluyentes, represión policial; y no solo por los dos demonios invocados por JJ, que estarán rondando los medios oficiales.

Es una tarea difícil, porque los Sondeos de Opinión pública (que poco muestran las fichas técnicas y de los cuales se desconocen sus dueños y por ende intereses económicos y políticos) junto a los medios tradicionales de comunicación, moverán para el lado contrario a los intereses que desea establecer el político -en este caso Gustavo Petro- el trípode que conforma el espacio de la comunicación política.

 Los sondeos de opinión dirán que Petro alcanzó el techo, y comenzó a bajar; que lo afecto (como obviamente es la idea que suceda) los dos demonios y la campaña sucia:

La persona que trabaja todo el día y poco tiempo le queda para leer, consultar otros medios (o conoce muy pocos) y busca ingenuamente en el medio tradicional -llámese caracol, rcn, el tiempo- una información imparcial, o veraz, que le permita formar una opinión política sobre las elecciones que se avecinan -y en las cuales debe participar a riesgo de ser tachado por sus amigos y familiares como un mal colombiano- comenzara a escuchar que Petro es guerrillero y Chavista. Culpables ambos, según ese mismo medio, de la pobreza y de todos los males en Colombia (pues escucho ese discurso durante ocho años). Y al mismo tiempo, que esta bajando en la encuestas. Si va a la iglesia allí encuentra que su guía moral y espiritual también señala que esas dos cualidades (justamnte esas dos y no otras) no son permitidas en el cielo y a riesgo de perderse el tan vendido paraíso -y no desperdiciar su voto- el día de las elecciones, escoge otro candidato.

Tal vez, uno más alejado a esas cualidades negativas de la mocha, de la de palo. Un aspirante que junto a su marca, y para mayor recordación, diga lo que esta buscando el elector: El centro. Un candidato que venda la lucha contra la corrupción como bandera y prometa la integración regional. Un candidato que por su imagen, obtenga la victoria en los debates televisados y los votos de las mujeres indecisas. Un candidato que se vea bien en las fotos de inauguración del metro (Conseguido por el Polo) y otras obras, para establecer así una plataforma presidencial. Un candidato que represente a la vieja clase política colombiana pues, todo el movimiento mediático y político hecho al Polo para quitarle el segundo cargo con más recursos a nivel nacional, no puede fracasar a último momento.

Y ese candidato no es otro que Fernando Galán. El nuevo delfín político patrocinado por otro delfín político, para que no queden dudas que Colombia es una extensa finca administrada por unas cuantas familias; y que históricamente la marca también se hereda. Lo bueno de todo esto es saber cual es la estrategia de JJ, quien lo trajo y la posibilidad de votar por otro candidato o no hacerlo, porque cada vez es más racional, dentro de este juego democrático, no apoyar más este circo. 

4 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

    ResponderEliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

    ResponderEliminar
  3. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

    ResponderEliminar
  4. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

    ResponderEliminar