En realidad, por ver cotidianamente el futuro del país, las nuevas generaciones, en tierras extranjeras bajo el lema educación o muerte, es que hago esta pregunta. Y con el mayor respeto dirijo una carta a la Ministra de Educación Nacional. La cual se que nunca llegara sus manos.
Sra. Ministra, por favor, dejemos las mentiras. Disculpe si soy agresivo desde el comienzo, pero la falta de sinceridad, lo que en el lenguaje popular llaman ser tapado, genera un sentimiento de insatisfacción parecido, o muy similar, a la rabia. Y es que hoy, cuando justifique ante el congreso la reforma a la ley 30, cuando deje entrar, aún más, el lucro a la universidad pública; por favor, absténgase de decir que piensa en el futuro de las niñas, niños y adolescentes del país. No lo haga, porque simplemente, es una mentira.
No mienta al decir que el Estado no tiene dinero para cubrir la oferta de educación superior, cuando el mismo Estado gasta millones en el carro de un congresista. UD. que estudio, conoce muy bien los sitios donde encontrar otras fuentes de financiación para no cargar los costos al demandante de educación superior o su familia. También sabe que ahora en muchos países, incluso latinoamericanos, se cambian las recetas por ideas que realmente beneficien al conjunto de la población (los que paga nuestro sueldo, acuérdese señora Ministra que en la inducción del MEN explican muy bien el concepto de servidor público) la cual, claramente, no sale beneficiada con esta reforma.
Señora Ministra, me forme en el arte de la observación sociológica, de por si estigmatizada en el país, con la idea (algo tonta, algo romántica, yo se) de ayudar y solucionar -desde la academia- algunos problemas estructurales que aquejan al país. Por lo tanto, tengo un entrenamiento técnico para identificar, entre las muchas situaciones que componen la cotidianidad, un fenómeno compartido por varias personas. Además, estudie para comprender y relacionar causas o motivaciones individuales que tuvieron las personas al realizar una acción. Y por último, dar una posible explicación cuando esos sentidos están presentes en varios individuos. En resumen, puedo ver –supuestamente- cuando un grupo humano realiza una acción planificada o pensada para la obtención de ciertas cosas deseadas.
En ese marco, y con el juramento profesional realizado, debo decir, que la reforma no ayuda a solucionar los problemas estructurales colombianos; es más, los agudiza. Y es que señora Ministra, encontrar el sentido detrás de la acción de nuestros jóvenes, es muy fácil. Muy a pesar de la calidad educativa en los niveles básicos, secundarios y medios, nuestros jóvenes son muy racionales: Ellos prefieren salir del país en busca de la educación negada, que quedarse a pedir un crédito que los condena casi de por vida.
Ellos y ellas le dicen a su mama o a su papa: Tranquila mama eso no se ponga en endeudarse, no arriesgue la casa -si es que la tiene- por un crédito que permita pagar solo un semestre en una universidad privada. Más bien déme esa plata, yo compro un pasaje para Buenos Aires, allá la educación es gratis, me consigo un empleo y UD. no se preocupa por eso. O mejor aún: Realizan la comparación entre el costo de una universidad privada en Argentina y el costo de una Institución del mismo tipo en Colombia, decidiendo rápidamente, con la diferencia abismal de costos, por la educación en el Extranjero; lo comido sale por lo servido, dicen muchos de ellos.
Señora Ministra, ese día ante el congreso, tampoco diga que la reforma sirve para construir la sociedad del conocimiento, cuando precisamente eso se privatiza. O que Colombia avanza hacia un país de libre información y formación, cuando el acceso a ella queda determinada por la cantidad de dinero (en muchos casos bienes) que están dispuestas a pagar (eufemísticamente se dice invertir) las familias por ingresar a los claustros donde se negocia con ese patrimonio público.
Señora Ministra, si quiere diga que ama el neoliberalismo. Que esa es la forma política que tiene el actual gobierno para planificar y gestionar los recursos públicos. Diga que la plata sirve para otras cosas y no para pagar, ni proveer de los derechos fundamentales básicos a los ciudadanos. Si quiere diga que el sistema educativo se entrego como parte de pago del Plan Colombia. Pero no se diga mentiras -es malo hacerlo, termina por creerlas- y termine con el discurso típico que la reforma es por el bien de los niños, niñas y adolescentes del país, porque la verdad, eso no es así.
Señora Ministra, no condenemos a una generación a descubrir y entender los líderes políticos de otros pueblos, cuando nuestro país los tiene, y de diversas y múltiples veredas: Desde un Gaitan, hasta un Laureano Gómez pasando por un Quintín Lame, Benkos Bohió, Carlos Pizarro, Maria Cano, Policarpo Salavarrieta, por nombrar unos pocos. No obliguemos a nuestros jóvenes a descubrir manifestaciones artísticas culturales lejanas cuando tenemos grupos de teatro como la Candelaria , el Matacandelas, el Águila Descalza. Maestros como Omar Rayo y Santiago García, cuya obra no terminamos de descubrir. Busquemos formas para que nuestros hijos antes de estudiar otros ritmos musicales, entiendan los nuestros; que hagan mezclas cuándo terminemos de descubrir nuevos aires del vallenato, o mezclemos el pasillo con un joropo y hagamos bambuco con una chirimía.
Señora Ministra, intentemos que las nuevas generaciones tenga acceso a su pasado y no que aprendan una historia que excluye, por su propia naturaleza, el Movimiento estudiantil colombiano, por ejemplo. Esa organización de personas que en un comienzo no distinguía procedencia universitaria en sus miembros (Universidad Nacional, Externado o Rosario). Ese mismo que por generaciones se opuso a la entrada del lucro en las universidades privadas y logro, por mucho tiempo, que la matricula en la mayoría de universidades no aumentara o las públicas no se privatizaran. Ese movimiento del cual nació el M-19, con jóvenes de diferentes estratos socioeconómicos que transitaban los pasillos de la Universidad Javeriana. O aquel último que en la Universidad de los Andes lucho por mantener una matricula correspondiente a la declaración de renta del estudiante y se opuso a la entrada definitiva del lucro, en este claustro de pensamiento liberal (no neoliberal, como parece ahora) hace ya casi diez años.
Señora Ministra, de que nos sirven ingenieros expertos en suelos estables cuando nuestras ciudades se construyen sobre el choque de placas. O expertos en modas estacionarias cuando nuestro mercado, propio del trópico, no tiene en cuenta la división secuencial del clima. Si en realidad quiere hacer verdad el viejo dicho que los niños son el futuro del país ampliemos el acceso a la educación superior y evitemos las trabas o limitaciones que ellos tienen cuando desean una real apropiación de su cultura. No privaticemos el motor de movilidad social legal que encuentra el estudiante cuando termina el colegio. O luego, no nos sonrojemos, y ahí si preocuparnos, cuando busquen el narcotráfico y otras formas ilegales como proyectos de vida, como formas cotidianas de hacer dinero.
Pero sobre todo señora Ministra, no convirtamos la política pública en instrumento de exilio para la nuevas generaciones. No los condenemos a huir del país, simplemente por un capricho, por una venta. No convierta al MEN en el nuevo victimario del conflicto colombiano. No los empujemos a las fronteras. Dejemos que tomen esa decisión por gusto; pero sobre todo, con un conocimiento de sus raíces, su historia, su cultura y su pasado, que tengan una información valiosa en su cabeza, sobre quienes son, quienes fueron sus padres o antepasados y cuales son sus raíces. No convirtamos a los estudiantes colombianos en la nueva población errante mundial, pues además del desplazamiento forzoso de los campesinos a las ciudades; debemos sumar, entonces, el alejamiento de las generaciones futuras a países cercanos.
Sra. Ministra si en realidad quiere observar los efectos de las políticas educativas en Colombia la invito a que salga del país: vaya a Venezuela, péguese la rodadita por España, pase por Ecuador, y termine en Buenos Aires. En todos estos países no solo esta una amplia case media haciendo su postgrado (De los Andes, hasta la Nacional pasando por la Tadeo , la Universidad de Antioquia, UIS, el Rosario, La San Toto , La Javeriana , Sabana, etc.) en fortalecidos sistemas públicos, por el alto costo que significa seguir capacitando en Colombia. También hay (y muchos) jóvenes de todas las regiones del país, recién salidos del colegio, iniciando carreras universitarias. Simplemente por que en su país no pueden.
Eso si, antes de volver, pase por Chile, para que su retina le permita guardar lo que dentro de unos años será Colombia, si nos empeñamos en seguir con las reformas. Allí Padres, Madres e Hijos marchan juntos porque todos son igualmente deudores del sistema educativo. Algunos llevan pagando más de diez años y otros hasta ahora comienzan hacerlo.